jueves, 27 de diciembre de 2012


EL NEFASTO RAJOY

“Pero miran como roban, roban y vuelven a robar…. Rajoy, el Gobierno y el Partido Popular”.
La letra pertenece a uno de los “villancicos negros” que entonaron cientos de funcionarios ante el Ministerio de Justicia durante esta Navidad en protesta por los recortes.
El sr. Rajoy no ignora que la política de austeridad masiva que viene poniendo en práctica es la peor de las recetas para curar al paciente español, empobrecido, sin trabajo y con unas perspectivas cada vez más negras para el año que viene. La austeridad es sinónimo de pérdida de mayores puestos de trabajo y mayores sacrificios para la población. Y decir que en el 2013 mejorará la situación es un desatino… tiempo al tiempo.
Contra la austeridad hay que abrir el crédito para dar un respiro al mercado del trabajo y de esta manera restaurar el consumo. Cualquier alumno tonto de economía conoce bien el valor de este postulado. En lugar de aprestar la soga al cuello de los españoles, Rajoy tendría que comprender el valor del trinomio “créditos-trabajo-consumo”. La austeridad es el cuello de botella que impide y seguirá impidiendo la recuperación del tejido productivo.
Al paso que vamos, la legislatura de Rajoy pasará a las tabletas como una de las más deleznables y nefastas de nuestra historia. De eso no existe la menor duda.

** El Pacto fiscal obtenido en los EEUU con el acuerdo de congresistas y senadores detiene la masiva subida fiscal que hubiera llevado a la recesión. Pues bien, Rajoy, con su descomunal aumento de impuestos y gravámenes ha hecho todo lo contrario, abriendo las puertas a una mayor recesión de la que existía antes de asumir la responsabilidad del Gobierno.  

martes, 9 de octubre de 2012






ARGELIA: FALLECE CHADLI BENYEDID, ARTESANO DEL MULTIPARTIDISMO



El expresidente argelino, Chadli Benyedid, falleció en el hospital militar de Argel el pasado sábado, a los 83 años de edad, a causa de un cáncer de próstata del que venía tratándose hace años.
Cuando Chadli fue llamado a suceder al fallecido presidente, Huari Bumedien, a principios de 1979, pocos podían imaginar que el adusto personaje, conocido por sus escasas virtudes intelectuales, llegara a la máxima magistratura aupado por sus compañeros de Arma.
Chadli no tenía dotes de político y si los coroneles le entregaron el mando del país, por recomendación del jefe de la seguridad militar, el coronel Kasdi Merbah, ello obedeció a que en aquellos momentos era el militar de más alta graduación en activo, estando al frente de la segunda región militar en el Oranesado. El mando castrense decidió de esa manera rechazar a los dos candidatos “naturales” que aspiraban a suceder a Bumedien.
El primero de ellos era Abdelaziz Buteflika, uno de los íntimos del fallecido jefe del Estado, que pronunció el elogio fúnebre durante el entierro. El segundo era el coronel Mohamed Salah Yahiaui, que entonces dirigía la influyente rama juvenil del Frente de Liberación Nacional (FLN) el partido único de Argelia.
La rivalidad entre Buteflika y Yahiaui, neutralizándose mutuamente, hizo que los coroneles se sacaran de la manga a un tercer personaje, en la persona de Chadli. Una de las primeras decisiones de éste último fue separar progresivamente de sus cargos en el FLN a los dos rivales.
Chadli distaba mucho de tener la capacidad de reconvertirse en un dirigente político, pero tuvo la suerte de trabar amistad con el presidente francés de esa época, el socialista François Mitterrand, que se convirtió de facto en uno de sus principales mentores.
Mitterrand le aconsejó que maniobrara para iniciar un proceso de aggiornamiento político que debía conducir a la liquidación del sistema de partido único y dar paso al multipartidismo.
La operación era arriesgada teniendo en cuenta que el centro del poder radicaba entre la élite dura del FLN y los coroneles (En Argelia no existía entonces el rango de generales) que se repartían el mando del país sabiendo que Chadli se plegaría sin protestar a sus recomendaciones.
Chadli supo maniobrar, sin embargo, tomando decisiones unilaterales que no respondían a la voluntad del llamado “poder oculto” (FLN y militares). Así, puso en libertad al expresidente Ahmed Ben Bella, al que Bumedían mandó encarcelar tras derrocarle en el golpe de estado llevado a cabo en junio de 1965. También autorizó el regreso al país del desterrado líder cabileño, Hocin Ait Ahmed.
  Otras providencias fueron el ir liberalizando paso a paso la economía encorsetada por el rígido e inoperante centralismo de Estado, iniciando luego un proceso de acercamiento a Marruecos que conduciría a establecer relaciones personales con el rey Hasan II y abrir el camino a la “Unión del Magreb Árabe” (UMA) destinada a crear una comunidad político-económica entre todos los países del Magreb.
Lo que Chadli se guardó mucho de hacer fue cesar el apoyo al Frente Polisario, sabiendo que si daba ese paso para iniciar una nueva andadura con Rabat, pondría en peligro su propia autoridad y sería desbancado sin remedio. Chadli intentó normalizar las relaciones con Marruecos sin dejar de apoyar a los independentistas saharauis, pero pronto se dio cuenta de que aquello era una labor demasiado arriesgada. A causa del Sahara Occidental, la UMA sigue prácticamente congelada desde su creación, a bombo y platillo, en Marraquesh, el 17 de febrero de 1989.
En los últimos años de la década de los ochenta las relaciones de Chadli con la plana mayor del FLN fueron empeorando ante el convencimiento que tenía ésta última de que el presidente quería poner término al unipartidismo.
En ese marco de sospechas, Chadli dio otro paso significativo al suprimir el derecho del estamento militar de contar con el veinte por ciento de los puestos en el comité central del FLN. Chadli aludió a la necesidad de que los militares abandonaran su militancia política para ceñirse a sus obligaciones castrenses. Para ello prometió la modernización de las Fuerzas Armadas, tanto humana como tecnológicamente.
Las diferencias entre Chadli y el FLN salieron a la luz de improviso en octubre de 1988 cuando se produjo un levantamiento popular en Argel, al que siguieron otros en diferentes capitales del país. La protesta se inició en los barrios populares de Bab El Ued y Climat de France, de la capital, donde miles de jóvenes se echaron a la calle desplazándose hasta el centro de la capital gritando consignas contra el FLN y el propio Chadli, y devastando calles y plazas, asaltando comisarias, sedes ministeriales y dependencias del partido único.
Chadli no dudó en sacar los tanques a la calle y la represión encargada al ejército se saldó con la muerte de por lo menos medio millar de personas.
Todavía subsisten muchas zonas negras a propósito de ese levantamiento, que unos tildaron de espontáneos y otros de organizado en forma de complot destinado a arrinconar a Chadli.
La primera teoría que sigue en curso apunta a que fue la dirección del FLN, con su secretario general, Cherif Messadia, a la cabeza, la que fomentó la protesta con la intención de neutralizar a Chadli y mantener el sistema de partido único.
Lo malo fue, según otra teoría, que la protesta se les fue de la mano al FLN y los revoltosos se “desmandaron” destrozando sin piedad los símbolos del partido y atacando también a Chadli y el sistema político vigente.
Otros son partidarios de la tesis de que Chadli, al ver el caos reinando en Argel, se aprovechó del mismo para dirimir sus diferencias con el equipo de Messadia y poner en marcha los cambios políticos que, entre bastidores, le aconsejaba su mentor francés.
Cuando el ejército mató la revuelta, Chadli anunció un cambio constitucional que sería sometido a referéndum para imponer el multipartidismo. El FLN se convertiría en un partido como los otros y se desplazaría la tesis oficialista que señalaba que el socialismo era “una opción irreversible”.
La Constitución pluralista fue adoptada en 1989 y dos años más tarde Chadli renunció a la presidencia del FLN para marcar sus diferencias contra este partido. Messadia y sus aliados entraron en una etapa de ostracismo sin que los coroneles se decidieran a cambiar el curso de la historia, intuyendo que debían adaptarse a las nuevas condiciones.
Hay que admitir sin reticencias que a partir de la “revolución de octubre argelina” Chadli decidió iniciar un proceso controlado de democratización de las instituciones, permitiendo incluso la legalización del principal partido integrista, el Frente Islámico de Salvación (FIS).
El auge tomado por los islamistas les permitió ganar, primero las elecciones municipales y luego la primera vuelta de los comicios legislativos celebrados en diciembre de 1991. Ambas elecciones respondieron al voto popular, terminando con una larga historia de comicios fraudulentos.
Ante la perspectiva inevitable de ver al FIS tomar el poder por la vía de las urnas, Chadli examinó la situación en su alma y consciencia asumiendo que no se opondría al cambio aun intuyendo que los mandos militares no permitirían que Argelia se convirtiera en una república islámica. Por aquel entonces se habían enfriado sus relaciones con su mentor Mitterrand, quien seguramente le habría aconsejado que limitara los platos rotos y no se comprometiera con los islamistas.
En sus últimos años de vida, Chadli aseguró que fue él quien tomó en solitario la decisión de dimitir de su cargo y disolver el Parlamento, permitiendo así la suspensión de la segunda vuelta de los comicios legislativos. Su dimisión –provocada por la presión de los militares, que no le pusieron otra alternativa según una teoría en curso que él desmintió- abrió la crisis que desembocaría en una verdadera guerra civil de la que todavía tarda el país en restañar sus heridas.
Entre sus errores y méritos, a Chadli se le reconocerá como el hombre que introdujo el multipartidismo en un país anquilosado por veintisiete largos años de sistema unipartidista donde la corrupción alcanzó las cotas más altas de la historia. Sabiéndose incapaz de neutralizar a la poderosa jerarquía militar, de la que él mismo formó parte, al menos logró que ésta no se opusiera a él hasta llegado el momento en que la emergencia de los islamistas amenazaba con reducir en cenizas al “poder oculto”.
Su dimisión, forzada o no, fue un gesto apreciable que no le permitió, sin embargo, abandonar su imagen de personaje ambiguo que permaneció hasta el último de sus días.

7/10/2012    




  

jueves, 12 de abril de 2012

LA MUERTE DE AHMED BEN BELLA



EL HOMBRE QUE PRETENDIÓ QUE EL FUSIL SE PUSIERA A LAS  
ORDENES DE LOS CIVILES.




El primer presidente de una Argelia independizada, Ahmed Ben Bella, falleció este miércoles en Argel a los 96 años de edad, según un comunicado oficial dado a conocer por el gobierno.

Conocí a Ben Bella cuando el presidente, Chadli Benyedid, decidió sacarle en julio de 1979 del castillo Holden, a unos veinte kilómetros de Argel, donde había sido confinado durante catorce años por el coronel Huari Bumedien tras haberlo derrocado el 16 de junio de 1965, con la absoluta prohibición de no comunicarse con el exterior y recibir tan solo a su familia.
Fallecido Bumedien, su sucesor Benyedid lo envió a la polvorienta ciudad de Msila, manteniéndole en régimen de residencia vigilada. Su liberación llegaría en octubre de 1980 al término de un proceso que el propio Benyedid calificó de “período de prueba”.
Conocida su llegada a Msila, en unión de Alain Denvers, de la primera cadena de televisión francesa y Marc Delteil, de la agencia Reuters, nos trasladamos hasta ese lugar con la intención de entrevistarlo. El chalet, un poco destartalado, estaba vigilado por una cohorte de “gorilas” de la seguridad militar que se negaron a permitirnos el paso, viéndonos obligados a entablar un verdadero pugilato verbal hasta que al ruido que formábamos el propio Ben Bella salió al balcón y pidió a los polizontes que nos dejaran entrar, lo que hicieron a regañadientes.
Aquel hombre nos pareció menos desmoronado de lo que habíamos previsto por tantos años de prisión. En lugar de ello no topamos con un hombre que parecía infatigable dispuesto a retomar el camino de la política, aunque consciente de los errores cometidos durante los tres años que ejerció como jefe de Estado.
Ben Bella nos dijo que seguía siendo partidario de que su país dejara de lado el pseudo-socialismo dirigido desde el primer día de la independencia por los coroneles en activo para amoldarlo “a las condiciones específicas de Argelia”. Y cuando le preguntamos si aquello significaba volver a su conocida afición por el castrismo, respondió con un rotundo “No” reconociendo que se había equivocado al tratar de copiar al régimen cubano.
“Claro que me equivoqué, de la misma forma que me pareció que el marxismo podía revivir en este país sin darme cuenta del peso que tiene el islamismo político”, subrayó entre sorbo y sorbo del té que nos sirvieron.
Estaba insatisfecho por lo que consideraba “una falta de rigor” de los políticos argelinos hacia su pasado militante, tanto en el seno de la organización especial (OS por sus siglas en francés) como del Frente de Liberación Nacional (FLN). Rechazó la idea de que su rival beréber, Hocin Aith-Amed, hubiera sido el principal protagonismo dentro de la OS, afirmando que fue él quien la fundó y dirigió el ataque al edificio de Correos de Orán, en 1950, con el fin de obtener fondos para los nacionalistas.
En el mismo registro de marcado tono jactancioso recabó la autoría de los envíos de armamento en los primeros años de la revolución a partir de Egipto, Jordania y Yugoslavia. ¿Le controlaba el Nasser, manipulándose a su antojo? Al preguntárselo hizo una mueca intraducible asegurándonos que sus relaciones personales con el “Rais” egipcio “tuvieron sus altos y sus bajos, como ocurre entre revolucionarios y más si éstos son árabes”.
El único momento en que se sonrojó estallando de ira surgió al preguntarle si no se equivocó al ordenar el fusilamiento del coronel Chabani[i] diciendo que aquel militar mereció la muerte “porque su intención era hacerse con el petróleo del Sahara”, una afirmación con poco sentido en aquel tiempo.
Al despedirnos nos sorprendió diciéndonos que, aunque pensaba organizar su propio movimiento político[ii] su ambición era convertirse en “pacifista”, curiosa palabra en boca de un hombre responsable de una larga etapa de terror.

MANUEL OSTOS

    
  
(11.04.12)

[i] Mohamed Chabani, coronel del Ejército de Liberación Nacional se opuso a Ben Bella tildándole de dictador y organizando una revuelta militar en 1964. Detenido el 8 de julio de ese año, fue condenado a muerte por un tribunal militar el 2 de septiembre y ejecutado un día después en una prisión de Orán. Ben Bella organizó la composición del tribunal y pidió que le condenaran a la pena máxima. En 1984 fue rehabilitado
[ii] Ben Bella creó en 1980 el Movimiento por la Democracia en Argelia (MDA), que sería legalizado diez años más tarde. Su escasa audiencia popular le condujo a congelarlo aunque no fue disuelto oficialmente.