domingo, 10 de marzo de 2013

CHÁVEZ Y EL ODIO ASQUEROSO DE VARGAS LLOSA

¡Qué duda cabe que Mario Vargas Llosa es uno de los mejores escritores que ha dado América Latina! Nadie podría poner en duda esa calidad, homenajeada con la concesión del Nobel.
Pero tampoco cabe la menor duda en comprobar cómo Vargas Llosa se despoja de su hábito de escritor para transformarse en una pluma ciega que se niega a ver, y además la combate con términos injuriosos,  la Venezuela de Hugo Chávez. (*)
Me limitaré a transcribir las palabras del representante de Francia en el funeral del mandatario venezolano, el ministro de Ultramar, Victorin Lurer.
“El mundo –dice Lurer- ganaría mucho si hubieran muchos dictadores como Hugo Chávez, puesto que se pretende que éste fue un dictador que, durante los catorce años de su mandado, respetó los derechos del hombre”
Y agrega el representante gubernamental galo: “Chávez ha sido una mezcla de De Gaulle y de Leon Blum. De Gaulle porque cambió fundamentalmente las instituciones; y Blum, es decir el Frente Popular, porque luchó contra las injusticias”…
Así que, señor Vargas Llosa, su odio feroz hacia Chávez le hace olvidar todo lo que éste hizo en vida para cambiar las condiciones de existencia de su pueblo, la fracción mayoritaria menos protegida, en educación, sanidad y bienestar, por no mencionar más que estos rubros.
Usted se ha descalificado con sus comentarios, tal vez sin darse cuenta de que sus esputos recaen sobre su propia piel. Un gran escritor, sí, pero también un hombre estúpido y deleznable.

Manuel Ostos
Del primer equipo de El País.

(*) Artículo publicado en el diario El País del 10/03/13

miércoles, 6 de marzo de 2013





HUGO CHÁVEZ, EL TRIBUNO QUE CAMBIÓ A VENEZUELA

Sus detractores le lanzaron sus críticas más acervas durante los catorce años de su mandato, pero en modo alguno pudieron ensombrecer la enorme figura carismática del hombre que, con una visión certera de los problemas que pesaban sobre sus humildes compatriotas, puso en marcha lo que él mismo calificaba de “socialismo del XXI siglo”, fiel a sus pronunciamientos anticapitalistas y a su voluntad por abrir en su país una nueva era de paz y de justicia.
Dentro y fuera de Venezuela, la derecha más retrógrada lo combatió construyendo un tejido de calumnias y conspirando una y otra vez para derrotarlo con las peores artes. Pero Chávez atravesó con firme pie todas esas vicisitudes, sabedor de que la inmensa mayoría de venezolano estaba a su lado. Accedió al poder democráticamente y hasta sus peores enemigos tuvieron que conceder las derrotas sufridas por ellos en las urnas.
La enorme riqueza petrolera del país no fue empleada por Chávez en beneficio suyo, y esto tiene también que ser admitido por todos, sino que le sirvió de palanca para echar adelante una política social destinada a eliminar progresivamente la pobreza.
¡Qué duda cabe que la bandera bolivariana enarbolada por Chávez será empuñada ahora por todos los líderes latinoamericanos que hicieron suyas sus ideas de paz, amor a Cristo y desarrollo para los que más tiene necesidad de ello! Su enfrentamiento con los Estados Unidos se sustentaba en la sagrada obligación de no transigir ante la presión de los seguidores de la vieja política de Monroe: “América para los (norte) americanos”. Gracias a Chávez se crearon toda una serie de instituciones destinadas a defender la independencia de Latinoamérica; crear organismos de cooperación regional y aunar esfuerzos para llevar adelante el subcontinente en los más variados capítulos.
Es de desear que su sucesor designado, Nicolás Maduro, prosiga fielmente con la línea trazada por el fallecido tribuno. Probablemente no será fácil, dada la magnitud de la figura de Chávez al que la historia de Latinoamérica le tiene reservado uno de sus más memorables capítulos.