miércoles, 1 de junio de 2016


LA MUERTE DEL LIDER DEL FRENTE POLISARIO
MOHAMED ABDELAZIZ, UN HOMBRE FIEL A LOS DICTADOS DE ARGEL

La muerte del secretario general del Frente Polisario, aquejado de un cáncer incurable, es un duro golpe para el movimiento saharaui que lleva soportando durante más de cuarenta años los rigores de la “Hamada” (1) del Sahara argelino, sin observar el menor indicio de que, pese a la solidad internacional que recibe y la posición favorable a un referendo de autodeterminación de las Naciones Unidas, pueda alcanzar la independencia de su territorio.
En las décadas del sesenta y setenta los combatientes saharauis ganaron todas las batallas que les enfrentaron al ejército marroquí. Aquellos años, en los que Argel sostuvo, tanto política como militarmente, a los independentistas, se saldaron con una mayor audiencia internacional, el
reconocimiento de la República Saharaui (RASD) por parte de la Organización para la Unidad Africana (OUA) y hasta de 86 países, la mayor de ellos tercermundistas.
En las arenas del desierto, los comandos saharauis asestaron duros golpes a las desmoralizadas tropas del monarca marroquí, Hasan II.
Personalmente, acompañé a esos comandos cuando entraron en la localidad de Mahbes dando muerte a más de un centenar de marroquíes. Aquella fue la era de las victorias, una tras otra. Luego les acompañé también cuando atravesaron las fronteras reconocidas de Marruecos hasta llegar a las cercanías de Tan-Tan sin ser detenidos por los campos de minas.
Cuando Marruecos inició la construcción de los muros de arena, de 2720 kms. a partir de 1980, finalizándolos nueve años más tarde, la situación cambió radicalmente para el Polisario. Los saharauis estaban preparados para cambiar la forma de hacer la guerra y se decían capaces de romper las defensas del enemigo.
Pero Argel no aceptó que la guerra se enconara y terminara arrastrando a un conflicto militar directo con Rabat. En las dos entrevistas que sostuve con Abdelaziz en su residencia de Sidi-Robinet, a las afueras de la localidad argelina de Tinduf, me lo dio a entender con mucha claridad.
Cierto que la firma del alto el fuego con Marruecos, en 1991, y la creación de la Misión de las Naciones Unidas para un Referendo en  el Sahara Occidental (MINURSO) ese mismo año, llevo al Polisario, siempre aconsejado por sus mentores argelinos, a aceptar que el conflicto se resolviera pacíficamente a pesar de los posiciones irreconciliables de ambos contendientes.
¿Creó Abdelaziz que Marruecos aceptaría un referendo en el que figurara la opción de la independencia al lado de la pertenencia definitiva a Marruecos? Abdelaziz nunca me dio a entender que estuviera convencido de que ello pudiera llegar. Se sabía presionado por la juventud dispuesta a retomar las armas por muy doloroso que ello fuera, pero el líder Polisario estaba obligado a aceptar el dictado de Argel.
Sin duda si el presidente argelino, Huari Bumedian, no hubiera fallecido en diciembre de 1978, Argel habría aceptado continuar la guerra (los muros todavía no existían) pero los presidentes argelinos que vinieron después dieron marcha atrás poniendo en segundo plano la teoría “bumedianista” de apoyar a los movimientos de liberación africanos en todos los sentidos por considerarlo una cuestión de principios.
Yo tuve la impresión de que Abdelaziz nunca se sintió cómodo con el dictado de sus mentores argelinos, exceptuado Bumedian al que admiraba. Y hasta estoy convencido de que él, rotas las esperanzas de un referendo, estaba listo para reiniciar la guerra.
La muerte le ha llegado antes de que su sueño de independencia llegara a realizarse.

Manuel Ostos


(1) La Hamada es el más arido de los desiertos, pedregoso en su mayor parte.




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