jueves, 23 de junio de 2016

Yo me encuentro entre los españoles que no se pueden pagar una caldereta de langosta en uno de los mejores restaurantes de Mallorca. Pero no es eso lo que reprocho al “camarada” Iglesias, sino su forma de engañarnos diciéndonos sin rubor que él está al servicio del pueblo. Ahora nos dice que ya no es comunista sino socialdemócrata y como existen tantos tontos de capirote les votaran sin duda miles creyendo a pies juntillas que él nos va a sacar de la crisis. Iglesias es un arribista cuya verborrea, hay que reconocerlo, equivale al lanzamiento de una bolsa de tinta de sepia para embaucarnos. No nos gusta su programa; no nos gusta su diarrea mental ni su marxismo disfrazado de buen samaritano. Al interior de su formación política sabe jugar al dictador y de puertas afueras se las da de tímido… pero de bonachón tiene poco.




miércoles, 15 de junio de 2016


EL ENGAÑO INSUFRIBLE DE "PODEMOS"

Como millones de españoles, en las próximas elecciones yo votaré al PP y a Mariano Rajoy, y me sentiré satisfecho por no haber pensado ni un solo segundo en dar mi voto a IU-Podemos, éste último partido extremista y afín al marxismo a la vieja usanza, cuya entrada en el gobierno sería la ruina para nuestro país.
La extrema izquierda nunca ha sido una opción válida en los procesos electores que han tenido lugar en España. Lo diferente y triste, ahora, es que la novedad de Podemos y de su líder cavernícola arrastrará a votar por ellos a una buena parte del censo electoral por aquello de que lo “nuevo” prometer ver a los canes atados con longanizas entre otras maravillas.
Quienes den su voto a Podemos no tardarán en comprobar que han sido engañados por la verborrea del “camarada” Iglesias, embaucador de altos vuelo, una de cuyas primeras promesas han sido una subida de impuestos y otras medidas que reducirán, en vez de aumentarlo, el Estado del bienestar.
No nos confundamos con estos señores que viven del engaño.  Al término de la Segunda Guerra Mundial, el general francés De Gaulle dio varios ministerios al Partido Comunista galo, pero al poco tiempo los puso en la calle al darse cuenta de error. Los comunistas franceses hicieron honor a la resistencia contra el nazismo, pero en cuanto les pusieron en el gobierno volvieron a sus viejos demonios del “centralismo democrático” y de una economía con pocas posibilidades de echar adelante la libre empresa.
Este es el futuro que nos prepara Podemos, y ante tamaño fraude la responsabilidad de cada uno de nosotros es negarles el voto y demostrar que no nos tragamos las ruedas de molino.

  M.O.

miércoles, 1 de junio de 2016


LA MUERTE DEL LIDER DEL FRENTE POLISARIO
MOHAMED ABDELAZIZ, UN HOMBRE FIEL A LOS DICTADOS DE ARGEL

La muerte del secretario general del Frente Polisario, aquejado de un cáncer incurable, es un duro golpe para el movimiento saharaui que lleva soportando durante más de cuarenta años los rigores de la “Hamada” (1) del Sahara argelino, sin observar el menor indicio de que, pese a la solidad internacional que recibe y la posición favorable a un referendo de autodeterminación de las Naciones Unidas, pueda alcanzar la independencia de su territorio.
En las décadas del sesenta y setenta los combatientes saharauis ganaron todas las batallas que les enfrentaron al ejército marroquí. Aquellos años, en los que Argel sostuvo, tanto política como militarmente, a los independentistas, se saldaron con una mayor audiencia internacional, el
reconocimiento de la República Saharaui (RASD) por parte de la Organización para la Unidad Africana (OUA) y hasta de 86 países, la mayor de ellos tercermundistas.
En las arenas del desierto, los comandos saharauis asestaron duros golpes a las desmoralizadas tropas del monarca marroquí, Hasan II.
Personalmente, acompañé a esos comandos cuando entraron en la localidad de Mahbes dando muerte a más de un centenar de marroquíes. Aquella fue la era de las victorias, una tras otra. Luego les acompañé también cuando atravesaron las fronteras reconocidas de Marruecos hasta llegar a las cercanías de Tan-Tan sin ser detenidos por los campos de minas.
Cuando Marruecos inició la construcción de los muros de arena, de 2720 kms. a partir de 1980, finalizándolos nueve años más tarde, la situación cambió radicalmente para el Polisario. Los saharauis estaban preparados para cambiar la forma de hacer la guerra y se decían capaces de romper las defensas del enemigo.
Pero Argel no aceptó que la guerra se enconara y terminara arrastrando a un conflicto militar directo con Rabat. En las dos entrevistas que sostuve con Abdelaziz en su residencia de Sidi-Robinet, a las afueras de la localidad argelina de Tinduf, me lo dio a entender con mucha claridad.
Cierto que la firma del alto el fuego con Marruecos, en 1991, y la creación de la Misión de las Naciones Unidas para un Referendo en  el Sahara Occidental (MINURSO) ese mismo año, llevo al Polisario, siempre aconsejado por sus mentores argelinos, a aceptar que el conflicto se resolviera pacíficamente a pesar de los posiciones irreconciliables de ambos contendientes.
¿Creó Abdelaziz que Marruecos aceptaría un referendo en el que figurara la opción de la independencia al lado de la pertenencia definitiva a Marruecos? Abdelaziz nunca me dio a entender que estuviera convencido de que ello pudiera llegar. Se sabía presionado por la juventud dispuesta a retomar las armas por muy doloroso que ello fuera, pero el líder Polisario estaba obligado a aceptar el dictado de Argel.
Sin duda si el presidente argelino, Huari Bumedian, no hubiera fallecido en diciembre de 1978, Argel habría aceptado continuar la guerra (los muros todavía no existían) pero los presidentes argelinos que vinieron después dieron marcha atrás poniendo en segundo plano la teoría “bumedianista” de apoyar a los movimientos de liberación africanos en todos los sentidos por considerarlo una cuestión de principios.
Yo tuve la impresión de que Abdelaziz nunca se sintió cómodo con el dictado de sus mentores argelinos, exceptuado Bumedian al que admiraba. Y hasta estoy convencido de que él, rotas las esperanzas de un referendo, estaba listo para reiniciar la guerra.
La muerte le ha llegado antes de que su sueño de independencia llegara a realizarse.

Manuel Ostos


(1) La Hamada es el más arido de los desiertos, pedregoso en su mayor parte.




viernes, 27 de noviembre de 2015

Estamos en una guerra no declarada contra el fundamentalismo islámico, una guerra que nos han declarado sin que nos demos por enterados. Nuestros verdaderos enemigos no son sólo los terroristas, sino todos los que apoyan la extensión de la versión más radical del islam en suelo europeo”. Con estas contundentes palabras define ellíder de VOX y candidato a la presidencia del Gobierno, Santiago Abascal, la situación que vive Europa y que ha evidenciado el atentado múltiple del pasado 13 de noviembre en Francia. “Los terroristas del Estado Islámico –señala Abascal- reclutan jóvenes musulmanes de los suburbios de las grandes ciudades europeas. Nuestras corruptas élites político-empresariales hacen negocio con saudíes y cataríes que financian las mezquitas del odio en las que se envenena ideológicamente a las juventudes musulmanas europeas que luego siembran el horror en nuestras familias. Mientras los líderes europeos son agasajados por los sátrapas en Marbella, las organizaciones de caridad saudíes hacen llegar el dinero a los terroristas del Estado Islámico”.
Una dura realidad, explica Abascal, que “ni el PP ni el PSOE –y mucho menos Ciudadanos- se atreven a contar a los españoles” y ante la que no cabe más que una solución: “para empezar a ganar esta guerra lo primero que tenemos que hacer es plantar cara al fundamentalismo islámico, que es la causa-origen de la yihad. Tenemos que exigir la reciprocidad a los países que pretendan financiar mezquitas en nuestro país. Debemos replantear nuestras relaciones con las monarquías del Golfo y exigir, como se exige a todos los países, el respeto a los más elementales derechos humanos”.
Además, la lucha contra la propagación del fundamentalismo en Europa y el freno a la inmigración islámica: “Es imprescindible que las mezquitas del odio sean cerradas y los imanes que hacen apología del terrorismo, encarcelados o expulsados de nuestro país. Sin medias tintas”. “La inmigración islámica debe parar. No podemos asimilar más musulmanes en Europa. Incrementar las bolsas de jóvenes desempleados y frustrados en los suburbios de nuestras grandes ciudades no hace otra cosa que aumentar los caladeros en los que las organizaciones criminales reclutan a nuevos terroristas”. Abascal aboga por una inmigración legal y procedente de los países de Hispanoamérica -“Personas que pertenecen a pueblos hermanos que comparten con nosotros un idioma, una cultura y una historia común, y que se integran mucho más fácilmente que los inmigrantes procedentes de los países musulmanes”- y pide un cambio de la actitud internacional ante Arabia Saudí, “que no recibe ahora la más mínima presión por parte de la comunidad internacional”. “Es más, de forma absolutamente insultante, Arabia Saudi, con apoyo de Occidente, ocupa un lugar en la oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. No está mal para un país que no reconoce ni la libertad religiosa ni los derechos de las mujeres y que, en estricta aplicación de la sharia, amputa manos a los ladrones, apedrea a las adúlteras y castiga la homosexualidad con la pena capital”.

miércoles, 7 de octubre de 2015

ANGELA MERKEL Y EL PELIGRO ISLAMISTA

Finalmente la Canciller alemana, Angela Merkel, se ha dado cuenta del peligro que acecha a su país al acoger a unos 800.000 refugiados, con una mayoría de musulmanes, cuyo objetivo no es solo elevar el nivel de vida de sus familias sino trastocar las coordenadas sociales del país de acogida, de manera a imponer progresivamente la islamización, y con ella todos los peligros subyacentes.
En octubre del año pasado, Merkel hizo un guiño a los musulmanes al asegurar que el Islam formaba parte de Alemania, lo que llevó al 51 por ciento de sus compatriotas a criticar tales palabras.
A principios de este mes, la Canciller se corrigió a sí misma al señalar que existía un riesgo de islamización en Europa, lo que apuntaba a “leer de nuevo la Biblia y volver a la Iglesia”.
Al hilo de ello, las autoridades alemanas están procediendo a separar a los refugiados según la religión que profesen, pues se han caso casos de violencias contra los de confesión cristiana a manos de los que practican el Islam.
Es digno de tenerse en cuenta que entre los miles de personas que cruzan las fronteras de Europa, algunas de ellas obedezcan a las órdenes dadas por Al Qaida y Daech para sembrar el caos por medio de atentados terroristas. Esa posibilidad ya no se puede descartar y los expertos occidentales en materia de terrorismo la dan por segura, de manera que no sería de extrañar que tales hechos luctuosos llegaran a producirse en un tiempo indeterminado.
Tal y como han analizado algunos comentaristas, existe una “cara oscura” de esta emigración cuyo control estricto distará mucho de ser logrado porque ya no se trata del millar, más o menos, de candidatos establecidos en la ciudad portuaria francesa de Calais con la intención de entrar clandestinamente en el Reino Unido. Lo que cuenta ahora son cientos de miles de personas con una capacidad de revuelta y amotinamiento que parecen ignorar los políticos europeos.
Y si no, véanse las escaramuzas protagonizadas por centenares de jóvenes sirios, iraquíes y afganos en la frontera húngara, cuando las autoridades de Budapest se opusieron a la entrada descontrolada de los mismos a su territorio.
La experiencia demuestra que existe una lucha interna dentro de los propios practicantes del Islam, entre afirman que se trata de una religión de paz y los que aseguran que hay que acudir a la “guerra santa” para desmontar Occidente. A título de ejemplo, véase como los líderes de Al Qaida siguen obsesionados con “reconquistar” Al-Andalus como si fuera una sagrada misión en la que no importa perder la vida puesto que ello garantiza el “paraíso” y la posesión de 72 vírgenes a disposición de los futuros “mártires”.
Hungria y Australia han hallado la fórmula para contener la avalancha. Los dos países han divulgado en la prensa de los países musulmanes sendos comunicados en árabe en los que señalan a los que piensan pisar sus territorios que no lo hagan porque ni le darán refugio ni subvención alguna.  Australia ha ido más lejos ya que sistemáticamente detiene a las personas que se acercan a sus costas en pateras  y las deportan a islas de Indonesia con el acuerdo de las autoridades de este país. En esas islas se han creado campos de acogida y las personas que han sido llevadas allí ya se han dado cuenta de que su sueño de vivir en Melbourne o Sydney no podrán llevarlo a cabo.
Muy distinta es la actitud de la Europa comunitaria, cuyos líderes y políticos no parecen darse cuenta de que si hoy acogen a medio millón de refugiados, mañana les tocara lidiar con cinco o más millones.

Manuel Ostos – 

domingo, 20 de septiembre de 2015



DEFENDER A EUROPA

El Ex-Primer ministro francés, Michel Roccard, ya lo dijo en su día al afirmar que su país “no podía acoger toda la miseria del mundo”. Roccard temía que el brutal despunte que se había producido en la entrada de clandestinos procedentes del norte de Africa, alterase los equilibrios sociales de una buena parte del hexágono galo.
         Pues bien, en la actualidad no son miles sino cientos de miles de refugiados, en su gran mayoría procedentes de Siria, Irak y Afganistán, los que han asaltado y están asaltando las fronteras de la Unión Europea. Y pensar que dentro de unos o muchos años, cuando cesen los conflictos en sus respectivos países, regresaran a ellos, es una ilusión que con toda seguridad no tendrá lugar, porque una vez asentados en Europa, a la que tienen por costumbre calificar de “Eldorado”, no habrá fuerza que consiga desalojarlos.
         Estamos, pues, sin la menor duda, abocados a un riesgo de islamización y de peligro para las raíces de la civilización judeo-cristiana europea. El general francés, Charles de Gaulle, ya lo advirtió en una de sus conferencias de prensa a las que pude asistir como corresponsal en Paris. “En nuestra querida Francia –dijo el ilustre militar- tenemos que afrontar el hecho de que cada vez existirán más mezquitas y menos iglesias. Y no sería de extrañar que a mi pueblo, Colombey les deux Eglises, terminarán por llamarlo Colombey les deux Mosquées.
         Hasta hace pocos años, lo que estos mal llamados emigrantes perseguían era negociar un visado que les permitiera pasar las fronteras de Europa, y si era de Schengen tanto mejor. Pero ahora para esta verdadera invasión humana la cuestión de “los papeles” ha dejado de ser un problema. Se asaltan las fronteras, incluso con violencia y los que desde Turquía entran en Grecia, y desde allí se dirigen hacia Alemania, Austria y los países escandinavos, en particular, ya se aproximan al  medio millón de personas, una cifra ligeramente superior a los que desde las costas libias ponen pie en la isla italiana de Lampedusa y en varios lugares de Sicilia.
         Cuando se habla de derechos humanos y de ayudas a esta emigración formada por clandestinos, hay que tener en cuenta ciertos límites. ¿Hay que permitir la entrada en Europa de un millón de personas? Y luego habrá que autorizar que sean cinco, diez y no sé cuántos millones porque por cada  uno que penetra hay diez por lo menos que están esperando su turno. La solución a corto plazo no es darles alojamiento en pueblos y ciudades sino abrir campos de acogida donde podrán ser atendidos sanitariamente y cubrir sus más urgentes necesidades.
         Tomemos el ejemplo dado por Australia donde, tras estar hartos de estas invasiones por mar, negociaron con varios pequeños estados del Pacífico crear y financiar campos de acogida para los emigrantes ilegales de Indonesia, Paquistán, Filipinas, Viet Nam y otros países. Estos campos están funcionando sin grandes problemas y Australia ha conseguido salvarse de una invasión que detestaba porque nadie sabe si dentro del tsunami migratorios no se esconden presuntos terroristas partidarios de la “Yihad” dispuestos a cometer atentados en nombre de Daech y de Al Qaida.
         Estamos, pues, ante un problema de seguridad y de raíces de nuestra civilización, y la peor postura es abrir las puertas de par en par sin saber quién entra en nuestro hogar. Cierto que se trata de un drama humano, pero debe ser tratado al exterior de las fronteras de Europa y lo más urgente en estos momentos es negociar con Turquia para que se interrumpa de una vez la corriente humana que parte desde allí hacia Grecia. Y hasta yo diría negociar con Libia, aunque la situación en este país es caótica, pero se debe intentar. Con Argelia ya se ha conseguido que este país participe en el control del flujo de subsaharianos que se las arreglan para cruzar las fronteras arenosas del desierto, teniendo como finalidad entrar en Marruecos y dirigirse hacia Ceuta y Melilla. Los argelinos han devuelto a Niger y Mali algunos centenares de estos ilegales. No son muchos, pero por lo menos es un buen principio.

Manuel Ostos
Periodista es corresponsal en países árabes (El País-Efe)

Molop1943@gmail.com